Cesárea Tinarejo
jueves, 6 de noviembre de 2008
Laberinto de voces
Noche de conferencias. Los ponentes se suceden con sus discursos. Todas las caras me parecen iguales. Parecido el problema de fondo. Las voces suenan como las mías. Doy vueltas en la cama persiguiendo la salida de un laberinto que yo mismo he construido. ¿Dónde están los planos? La única escapatoria es dejar pasar el tiempo, dormirse en la única posición posible: seguir respirando al borde del abismo. Y gotean las voces contra las paredes de estos ojos cerrados que ya no ven sino el rojo apasionado que se desangra en el estómago. Ah, la estupidez de una noche donde la fiebre estira unos centímetros hacia adentro el crecimiento de este onírico y dramático personaje. Que mira de reojo al celular temiendo lo peor: Que suene. Que no suene. (Que se duerme)
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