>> Me quedo con tu sonrisa. La despreocupada e infantil. La imagino pegada a un baile conmigo. Te pones ridícula pero te sientes única, protegida y amada. Me quedo con tus manos con su lengua haciendo pasillos jugosos en mi piel. Los abrazos, todos. Los de las tardes ante la tele. Los furiosos y temblorosos de las despedidas. Los suspirados. Y los que están en medio desde el último que me diste. Hasta me quedo con el delantal manchado de harina mientras doras galletas. Tus ojos brillando de satisfacción porque han sido seducidos con elegancia. Alrededor, las mesas, estamos en un restaurante con magia en la cocina.
Brindemos.
Disculpa, pero también me quedo con el recuerdo de nosotras haciendo el amor (suspiro)... aunque no lo juegue.
Me quedo con la imagen del día que te conocí <<
Cesárea Tinarejo
Brindemos.
Disculpa, pero también me quedo con el recuerdo de nosotras haciendo el amor (suspiro)... aunque no lo juegue.
Me quedo con la imagen del día que te conocí <<
Cesárea Tinarejo
3 comentarios:
¡Que injusto!, te quedas con lo mejor..... con los buenos recuerdos de una vida compartida. Está bien, que te acompañen mientras acuden a tí nuevos.
Afortunadamente, anónimo, estos bienes son inmateriales y, por lo tanto, no se agotan. Se multiplican. (Hablar ahora de "nuevos" provoca una reacción similiar a la del creyente tentado al sacrilegio). Gracias por tu comentario.
Hablar de nuevos momentos no necesariamente tiene que ser un sacrilegio. Al contrario, pienso que son la motivacion para seguir adelante, para no quedarnos con una dotación de bienes reducida a momentos pasados, ¡¡¡¡¡hay que aumentar el patrimonio!!!!!!
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