sábado, 18 de agosto de 2012

Todo va a salir bien

“Todo va a salir bien”. Los dos se despidieron con esa sentencia. Y salió mal.

Hoy estoy enojado con el optimismo, con las recetas empresariales de las sonrisas automáticas. Pero me resisto a dejarme arrastrar por el oscurantismo de la negación a pesar de que sus síntomas están aquí: la dificultad para abandonar la cama, la difícil y compleja tarea de organizar un fin de semana para distraer la ansiedad y el desasosiego.

Ayer le escribía a una ocurrente conocida: “… sigo encerrado en el misterio de mis diarios y la antidiluviana estilográfica. Me gusta mancharme los dedos.” ¿Por qué pasar de ese extremo hacia la morbosa exhibición de reflexiones y emociones?

Por eso mismo, porque todo va a salir bien.

Quimero

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