sábado, 23 de febrero de 2008

Horizonte blanco

Estoy dentro de la copa de vino
traduciendo las curvas que se reflejan
en oros distorsionados
la gota pegada al vidrio
repite, multiplica
un horizonte blanco
cuyo sabor hago esperar.

Está ahí, encima de la barra
un universo al que nadie
(salvo yo) presta atención.

Cáliz de la noche solitaria
gasolina de un corazón empequeñecido
pus de la intranquilidad

Y me la tomo sorbo a sorbo
como desaparecen los universos
sin dejar más rastro de memoria
que el polvo
que gotas circulares en la madera
que el camarero limpia

sin mirarme
(sin saberme)

Cesárea Tinarejo

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