lunes, 5 de marzo de 2012

Cristalitos


Estrellas diurnas desde la oscuridad de un lunes que se repiten añadiendo cristalitos al caleidoscopio de este invierno sin aeropuertos. Mientras encuentro los fundamentos de alguna verdad consistente sigo jugando ajedrez con la adicción de los que buscan el suicidio anulándose dentro de la legalidad. Sin dramas. Me esfuerzo por salir del aturdimiento. Aviso al inquilino de que o paga o desocupa. Persigo a mi ex para que me mande dinero. Retengo un 10% de la factura del cristalero como garantía por el ventanal. Verifico los datos de la factura de mi carro. Sigo tratando de escurrir mis impuestos pendientes. Escribo a un amigo un correo definiendo en pocas líneas las novedades del frente. “Parece mentira lo rápido e "improductivo" que pasa el tiempo cuando no estás a las órdenes de nadie. La libertad es un caballo difícil de domesticar”. El talento distrayéndose (sin divertirse) con las críticas provincianas que no provocan “Me gusta” en Facebook. Hago ejercicio y me asombro de la estúpida, incontenible, espontánea, vigorosa alegría de Sati cuando me acompaña al bosque en mis recorridos. Inicio las series de yogaterapia con la desidia del que preferiría tomarse una pastilla. Y olvidar el dolor. Olvidar todas las posibilidades, todos los riegos, todas las biografías abiertas que podrían suceder. La respiración inspira enojo y exhala una quietud fetal. Anhelante del limbo amniótico donde no había nacido el miedo.


Me siento ante la computadora y sigo tecleando. Como diría Bukowski, descargando la rabia en algún lado. Hoy venía en el periódico (Sabina) que una llamarada solar alteró las comunicaciones por radio en Australia y China. ¿Cómo levantarse sabiéndose parte de ese virus que destruye nuestro propio sistema? (Matrix).


De noche hay lámparas que recuerdan una fiesta, una piñata y una sonrisa infantil. Una sonrisa en movimiento con cinco picos cardinales apuntando al centro. Hay mañanas pegadas a las sábanas y cantos quejumbrosos como desayuno. Aprieto aún más mi ombligo, y busco en el diccionario “valor”.



Cesárea Tinarejo

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