jueves, 8 de marzo de 2012

Solar


“Llevaría a la bancarrota el lenguaje si intentase transmitir la textura de mi existencia durante las semanas siguientes”. Entre las sábanas, Ian McEwan


El cero perdido de un bagel es lo más cercano a la idea del sol. Un pintor gringo buscando un epitafio famoso tiene una idea: Frans Blom era el autor tras el pseudónimo B. Traven. El astro bidimensional que lanza rallitos amarillos. Se convierte en el centro astronómico de nuestros buenos días cuando aparece y también cuando, tímido, se esconde tras el cortinaje estratosférico. ¿Es tan transcendente descubrir la nacionalidad de quien escribió: ¿Qué dónde queda mi patria? En el lugar en el que esté y en el que nadie quiera saber quien soy, ni qué estoy haciendo, ni de dónde soy: esa es mi patria, mi tierra.? Energía en estado puro. E inestable. Mientras, una tormenta solar cachonda y lujuriosa amenaza probabilísticamente con fundir de un soplido (a la velocidad de la luz) nuestro desequilibrado sistema. Llegaremos a descubrir la última verdad, justo unos segundos antes del fin. Es científico, claro. Ahora prefiero ser protagonista de nuestro harakiri medioambiental pretendiendo comprender la ironía del asunto: ¿es la esperanza todavía un recurso adaptativo? El sol sigue brillando, eso parece cierto. Tenemos casos literarios por resolver. ¿Copió Frans Blom a B. Traven? Ya sean patrias con bandera o patrias financieras son demasiadas para ponerse de acuerdo: ¿en qué dirección dispersar nuestras cenizas terrícolas?


La peor catástrofe es creer en la memoria del universo.


Cesárea Tinarejo

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