Como una pe mayúscula de putada. Hiperplasia vaginal. Adiós a mis vástagos caninos. Y ella tan alegre e inflamada. Ay, Sati. La libertad de mis versos te diagnostican un embarazo simbólico y literario mientras te veo releyendo La ciudad y los perros, sin mayúsculas. Tus ronroneos son una cátedra de cariño y ya no me avergüenza hablar contigo en público. Yo sé que me entiendes, con esas babas asquerosamente juguetonas. Estrógenos deformándote la vulva. Eres un Mr. Bones Latinoamericano con nueve pezones vírgenes, suaves y asimétricos. De inteligencia poco precisa y de lealtad que no se ladre. No conocerás Tombuctú ni falta que hace. Esperaba un perro sabueso para mis investigaciones cotidianas pero tu padre felino te enseñó a roncar. Ahí estás. Indiferente a tu fama poética. Despreocupada de tu siguiente reencarnación. Hija de músico y prostituta arrabalera saliste pija zen. Me declaro incapaz de rimar tus lamidas. Como el que se pierde en un juego de miradas confundiendo los significados.
Guau, claro.
Cesárea Tinarejo
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