Conversatorio
Exposición
fotográfica de Efraín Ascensio, Fabián Ontiberos, Leonardo Toledo y Alejandro
Tello
Canthil 4
C/ Real de Guadalupe,
148 – SCLC
“¿Vale la pena una
crítica?”. Quizá no. La calle Real de Guadalupe es un escenario privilegiado
para reflexionar cuando uno sale de visitar, casi anónimamente, la exposición
que se inauguró ayer.
'Conversatorio' se
anunció como un diálogo fotográfico a cuatro manos, un performance, quizá algo
improvisado, cierto; pero las expectativas, después del mediano lanzamiento de
Canthil y sus 4, eran altas.
“Envoltorio”. En ese paseo donde hilvano las ideas, esa palabra se repite
insistentemente. Un amigo fotógrafo insinúa que no vale la pena decir nada.
Nada más. Pero me enfundo el oficio del artesano de la crítica para decir algo.
Y el refranero popular me ayuda con su “Aunque la mona se vista de seda, mona
se queda”.
Canthil 4, sigue
siendo la mejor sala de exposiciones fotográficas disponible en la ciudad. Lo
que hasta ahora seguimos viendo ahí me deja desconcertado. ¿Qué diálogo? El
juego interactivo, la disección de cuatro obras en un collage decorativo y la
monótona sensación de que los retales cubren sus paredes no son suficiente.
Aunque la auto-complacencia y la simpatías de las fraternalidades locales sean
mejor aprobación que la de los mirones críticos.
Al pensar en la
exposición se me viene en seguida a la mente la parábola del corazón. Cuatro
ventrículos desacompasados que están al borde del colapso. Los latidos podrían
hablar entre ellos usando cualquier guión de telenovela. A saber:
Personaje 1: La
calidad en blanco y negro, tantas veces repetida, acaba por ensombrecer el
ánimo.
Personaje 2: Los
lugares comunes en blanco y negro - contrastados con experimentos anteriores -
dejan un sabor de boca de asombro y desconcierto.
Personaje 3: La
novedad iPhonográfica queda deslucida por la mordaz mofa insustancial de sus
temas.
Personaje 4: (La
mejor paradoja de esta crítica cardíaca). La serie “Muertes Exquisitas” es la
que cuenta con mejor salud aunque queda diluida entre la parafernalia de la
ocurrencia intelectual. Je, es el equivalente a un by pass transitorio que
deja al enfermo boqueante y al límite del pulso.
Al no ser un doctor
en esto de la crítica fotográfica, invoco mis poderes chamánicos para mantener
la esperanza viva. Quizá – y ahí está esa puerta siempre abierta – los
coloquios necesitan sus ritmos para sintonizar todas las voces hasta encontrar
una partitura bien afinada.
Como dirían mis
antepasados: Inshalá.
Horacio Oliveira
SCLC, 21 de abril de
2012
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