miércoles, 18 de abril de 2012

La realidad de los reflejos


“Las tejas son de cristal y el agua no las moja”. El poeta ahora dice llamarse, otra vez, Azul implacable. Aunque no tiene valor para poner en mayúsculas una i latinoamericana. ¿Y qué decir del poder de reencuentro de las griegas? “Los rectángulos dentro de los rectángulos hasta un infinito pitagórico donde las hipotenusas son una línea de tiempo”. Entre ayer y hoy la voluntad se retuerce en una serie de desaciertos. A saber. “¿Quién ha movido el cuadro de lugar? Parece un espejo sin carácter”. La salida obsesiva en g6. ¿Cuántas variantes ajedrecísticas puedo comprender? “Si alzo mi brazo apenas podré tocar la transparencia de un deseo”. La estúpida manía de desarmar los cigarrillos para volverlos a vestir en un gesto narcisista y cancerígeno. “¿Cuál es el marco del marco del marco del…?” El significado de la palabra infinito es un enredo filosófico, matemático y práctico. “¿Cuántas veces podemos repetir lo mismo?”. La ventana, dice Azul Implacable, donde miro me abre tantos acertijos que, en fin, no sé qué decir. Quisiera escribir: “El cuchitril de mis pensamientos necesita una mudanza”. Y pareciera que hago lo que digo cuando no, sigo enredado en las adicciones como si sufriera una maldición atolondrada que me despista con los reflejos. En fin.



Cesárea Tinarejo

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