sábado, 11 de febrero de 2012

Espejismo despierto


“Los nadies" La negación de lo obvio, contraste útil que metaforándose, funciona al revés. Así que los abrazamos deificándolos, haciéndolos prisioneros de nuestros mitos. Globalizar las voces es un ejercicio para individualizarnos. Pero al revés. ¿No?


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“Si tú me dejas quedarme. Yo dejo que salgas”. Cursilismo extasiado en sí mismo. Sin teorías de género amenazando. Unos voluntarios en un ejercicio psico-social. Pito pito gorgorito tú serás un guardián y tú un prisionero. A jugar. El espacio individual como un bien inalienable. ¡Inalienable! Los prisioneros al aumentar la frustración apelan al fin del juego. Los guardianes a las reglas, al orden, al deber. Extremos que se inflaman. Como un pulmón atrapado en una bolsa de plástico. Te vas sin el reloj y me dejas con el sentido del tiempo. Una película y los restos del helado de chocolate. Las cámaras, “no se debe hablar con ellos”, puentes de salvación. El espejismo de la comunicación. Cualquier Dios tecnológico. Y como tal, silencioso. En la cama el sueño te espera, tranquilo. Mientras la violencia reaparece como una manta con frío. El carácter hecho añicos a través de las conductas que liberan al miedo. Manifestándolo. ¿Dónde enmarcar una feliz foto, autocomplaciente? ¿En qué momentos los azules, los naranjas, los verdes, los violetas se ensombrecerán dejándonos sombríos? La alarma suena. Siempre roja y estridente. Se desata la locura y con ella, claro, la sangre. El placer del mal ha encontrado su escenario. Y los cuerdos balbucean. “¿Alguna ves escuchas lo que dices?”. Que se contesta con el castigo. “Soy un prisionero”. Acordados los términos del final, llegas. Con el aliento del jolgorio y la euforia de la enamorada. Estoy despidiéndome de una reflexión. Pienso mientras abrazo una imagen bonita. Una esperanza cualquiera que mantenga el espejismo despierto.


Cesárea Tinarejo

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