jueves, 16 de febrero de 2012

Granizada en febrero


Una tormenta de piedra para limpiar a fondo esconder nuestro cuerpo bajo techo y contemplar la furia de algo tan potable como el agua que cuando la temperatura le cambia el estado de ánimo todos sabemos que se evapora o se endurece como nosotros y se deja ir, en tromba o suavemente recuperando la metáfora de los plácidos, nostálgicos, reflexivos, amplios y sosegados ríos pero cuando sale con el estallido de ruido y la determinación del ciego frustrado es capaz de ensordecernos y hasta hacernos temer y sentir un profundo respeto pues si nosotros mismos somos una moderada cantidad de H2O imagínense qué no puede hacer una nube realmente enfurecida encabronada es cuando llueve en todas direcciones y no hay buen resguardo es cuando el suelo se atraganta se inflama se indigesta de tanta humedad y encharca nuestro paso y nuestro paisaje es cuando las señales del universo empolvadas silencian sus campanas y dejan colgado en una telaraña un Om fúnebre y ecuánime si eso es posible.


Limpia, lava, purifica el rastro de lo vil arranca las raíces que me aferran a esa afrenta vacía de verdades mi lengua y refresca este ánimo acomplejado empequeñecido y desorientado llévame con la corriente que desemboca sencillamente en otro sitio que en el reflejo de mí se miren otros rostros y todo se renueve. Otra vez.


Hasta la última gota de mi ser.


Cesárea Tinarejo

No hay comentarios: