Escucho el rumor del agua llenando el balde. Pati trapea el patio. Oigo un video que no veo pues estoy escribiendo. La música clásica ha dejado de sonar. El ruido que entra… “Enciende un cigarro, esto es una mierda”. Dice uno de los jueves internos. Los carros pasan tras mi ventana marcando el ritmo acompasado. “Metáforas” resuena en la parte izquierda de mi cerebro luego la derecha me recuerda las lecciones de Parra. Miro y remiro la foto. Aún siento el frío de mi cuerpo, la pesadez de cargar el suelo o, mejor dicho, llevarme puesto el contacto helado que me recuerdan mis rodillas.
Esa rueda carga ahora la decisión de estas líneas. Enfrente la silla artística, el rincón del poeta. Vacía. Decorando una esquina bohemia que espera su realización.
Mientras, busco las fugas. La brújula culinaria marca un sendero obligado. Decidir qué cocinar. Comprar. Ensuciar la geométrica figura de los fogones inmaculados. “Sal de ahí, siéntate en otra silla”. Mi culo inquieto no acierta adonde asir el batido de sangre e impaciencia de hoy.
Gateo bajo mi silla oficial, la móvil, confortable y ejecutiva. Con perceptibles giros a derecha e izquierda, sin tocar el suelo con mis pies, siento la pesadez elegante de la que mira lo que escribo. “Se burla de mí. De mis anhelos".
¿Cómo es posible que una silla se carcajee así?.
Arroz y ensalada. Publicar y olvidar.
Cesárea Tinarejo
No hay comentarios:
Publicar un comentario